LOCALIZACIÓN: Aller. Asturias.
HISTORIA DE LA MINA ABANDONADA.
Los abandonados cimientos del pozo minero San Fernando reposan en el singular paraje asturiano próximo al pueblo de Orillés.
Los primeros datos sobre sus orígenes son escasos… La información encontrada remonta al año 1916, momento en el que dicha explotación de carbón fue adquirida por la Sociedad Industrial Asturiana (SIA). San Fernando es uno de las explotaciones mineras pertenecientes al Grupo Santa Ana.
La particularidad del pozo abandonado de San Fernando se caracteriza no sólo por su peculiar ubicación emplazada en plena cordillera del Cantábrico, sino por tratarse de uno de los denominados ‘pozos balanza’ cuya extracción se basaba principalmente en el uso de tracción a través de contrapesos -en lugar de efectuarse por el típico embarque des del castillete-. Además, fue una de las únicas explotaciones mineras de las cuencas asturianas que combinaba un pozo vertical y un plano inclinado.
Posteriormente, los 253 metros de profundidad del pozo San Fernando pasaron a manos de HUNOSA en 1967 y -tan solo un año después-, cerraría sus puertas para desvanecer en el olvido.
Como en las cientos de oscuras historias que rodean a cualquier otro pozo minero abandonado, hubieron accidentes, heridos e incluso varias muertes. Aunque no se detallan los incidentes de una manera explicita como en los demás casos. El 30 de abril de 2011 se situaba así, un monolito en pleno centro de la plaza de Orillés para conmemorar las victimas de los distintos accidentes mortales en la mina entre 1917 y 1986.
2017
San Fernando es un pozo minero abandonado asentado en un bosque repleto de abedules. 20 minutos andando por cuestas y senderos separan el pintoresco pueblo de Orillés del imponente castillete de 15 metros de este pozo de carbón.
Es una de las infraestructuras que bien sea por su complicado emplazamiento o por su escasa popularidad, conserva en casi perfecto estado toda la esencia que un abandono minero nos puede ofrecer.
Este lugar destaca pues por su bien conservado castillete, sus jaulas aun pintadas de nácar blanco, por su esplendida maquinaria y los restos de las instalaciones auxiliares. Pocas veces podemos observar de cerca los engranajes de dicha maquinaria en su efervescente decadencia… sin graffitis, sin destrozos. Disfrutando 100% de la exploración urbana.
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